jueves, 7 de junio de 2012

CLASE N °3 DE FILOSOFÍA: Antropología Filosófica


HOMINIZACIÓN

Con este concepto se designa el proceso evolutivo que condujo desde los primates antropomorfos (con forma humana) a la aparición de los primeros seres humanos. A lo largo de ese proceso evolutivo fueron surgiendo modificaciones corporales y también alteraciones cerebrales que dieron lugar a la aparición de las capacidades intelectuales que diferencian al ser humano del resto de especies animales: el lenguaje articulado, la conciencia y el pensamiento.

Fueron varios los factores que contribuyeron a ese proceso. No obstante, no existe acuerdo generalizado entre los científicos en cuál o cuáles fueron los cambios evolutivos más importantes a la hora de acelerar la aparición del ser humano. Por tanto, algunos científicos proponen considerar todas esas transformaciones como un conjunto cohesionado de hechos, cuya conjunción general produjo la aparición de la nueva especie. Las más importantes fueron las siguientes:
- La aparición de la postura erecta

- El bipedismo.

- La expansión del cerebro.

- La organización social.

- La aparición de la caza organizada en grupos de individuos.

- El auge de la comunicación simbólica entre los miembros del grupo.

HUMANIZACIÓN

Según algunos antropólogos, el proceso evolutivo mediante el cual los primitivos seres humanos alcanzaron el pensamiento abstracto y la cultura. En ese sentido, se distingue de la hominización en que este último concepto se utiliza para significar los cambios evolutivos biológicos entre las especies de primates originarias y el surgimiento del ser humano a partir de transformaciones evolutivas.

Sin embargo, muchos otros autores no establecen diferencias entre hominización y humanización, señalando que este último proceso se produjo como un paso más entre el conjunto de transformaciones evolutivas que caracterizaron a la hominización.
La humanización y la hominización son dos procesos interdependiente que se influyen mutuamente. Sin hominización, no habría humanizacion posible. Sin humanización solo seriamos primates bipedos. Nos convertimos en humanos porque nuestra constitución biológica evoluciona hasta hacer posible un cerebro flexible capaz de pensar, hablar y planificar.
Biológicamente somos primates evolucionados, sin embargo, culturalmente nos encontramos muy lejos de ellos. Así pues, el gran salto es el que nos lleva de la biología a la cultura. Con esta, la evolución experimenta una aceleración vertiginosa y, algo que es más importante, pasa a depender en buena medida de nuestras decisiones y no del azar de las mutaciones genéticas
Concepciones clásicas del hombre 

                La civilización occidental moderna se formó por la confluencia de dos tradiciones culturales con diferentes concepciones del hombre: el greco- romano y la judeo-cristiana. 

Concepción greco-latina del hombre 

               Esta cultura comprende las civilizaciones griega y romana. La realidad se representaba como un cosmos (cosmos), es decir, un conjunto compuesto por todas las cosas que existen ordenadas de manera armónica y bella. Según esta concepción, los seres y las cosas están sujetos a fuerzas naturales que le imprimen un orden, donde lo menos perfecto o inferior está subordinado a lo más perfecto y superior. Por ejemplo: los dioses son superiores, por lo tanto mandan sobre los hombres y éstos sobre los animales.

             Las fuerzas que gobiernan el cosmos componen lo que los griegos llamaban Destino o Moira. Todos estaban sujetos al Destino, tanto los dioses como los humanos, la diferencia era que mientras que los dioses conocían de antemano el Destino, los humanos lo padecían. El cosmos es eterno, es, siempre fue y siempre será. Lo incluye todo.

             Esta representación de la realidad se observa en los mitos, el arte y la religión, pero no es hasta el S. VII, con la aparición de los primeros filósofos, que se empieza a dar unos pensamientos sistemáticos sobre el lugar del hombre en el mundo. Buscaban comprender el ser de todas las cosas; por ej.: algunos lo veían en el agua por ser el componente fundamental de todas las cosas, otros en la tierra o en el átomo por ser éste la partícula más pequeña en la que puede descomponerse una cosa. Para los filósofos griegos la filosofía era el pensamiento acerca de todos los seres, por lo tanto, el ser humano era concebido como un modo de ser particular entre otros seres, sujeto al mismo orden y a las mismas leyes.

             Para los griegos y los romanos, los seres humanos formaban parte de un orden superior, al que estaban subordinados como miembros de una comunidad. Todo lo que estaba fuera de ese orden no pertenecía a la raza humana. Por eso para un griego era mejor la muerte que el destierro. El muerto seguía perteneciendo a una familia que lo recordaría y lo honraría, en cambio el desterrado dejaba de pertenecer a la comunidad y, por lo tanto a la raza humana, pasaba a formar parte de los seres inferiores, al mismo nivel que las bestias, y dejaba de ser un hombre.

              Esta cultura tenía una concepción dualista del ser humano; era un compuesto de dos elementos; el alma (psique) y el cuerpo (somo). Mientras que el alma es de naturaleza simple: indivisible e inmortal, el cuerpo es algo compuesto, es decir, puede separase en compuestos más simples y morir. El ser del alma es algo simple y eterno, por lo tanto, superior al cuerpo compuesto y mortal. El ser del alma se asemeja al ser de los dioses, mientras que el del cuerpo más al de los animales.


Concepción judeo-cristiana:


               Para la concepción judeo-cristiana el hombre, concepción que se basa en el Génesis, éste ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza.

Todos los seres humanos descienden de una pareja, Adán y Eva. Adán y Eva vivían en un estado paradisíaco hasta que pecaron y se produjo la “caída”, es decir, la pérdida del paraíso, de la inmortalidad y de la gracia divina.

              El concepto de “caída” es muy importante en esta tradición pues nos permite comprender el por qué de las debilidades humanas, el sufrimiento, la mortalidad. En la doctrina cristiana, la redención del ser humano se produce por el sacrificio de Cristo.

               Dentro del pensamiento cristiano se advierte un antropocentrismo radicalizado y de hecho se ponen las bases para superar el dualismo Dios-mundo.

               El pensamiento hebreo colocaba al hombre en el centro pero la praxis religiosa desplazaba el acento hacia la ley.

              El antropocentrismo consiste en que de ahora en adelante el culto a Dios se centra en una persona: Jesús. Por lo tanto, la fe no tiene como objeto un cuerpo doctrinal sino una persona: Jesús exige fe en sí mismo.

             Mientras en el pensamiento hebreo Yahweh no era de ninguna manera un hombre sino tenía en el hombre un intermediario, en los comienzos del cristianismo Yahweh está en el hombre y sólo se manifiesta a través de él.

             Así como Cristo resucitó para no morir más – esta es la fe cristiana -  y ser asumido en Dios, así también el cristiano que vive de acuerdo al mandato divino, resucitará en Cristo para no morir más. La Pascua es, por lo tanto el paso de la muerte a la vida, del sufrimiento a la gloria, del fracaso al triunfo. Y aquí tocamos un punto clave, el cristianismo vive la trascendencia en forma inmanente (inherente al ser), aunque no de una manera definitiva.

              En el proceso cristiano de aquellos que optaron por esta posibilidad existencial de compromiso personal, puede distinguirse tres momentos:

1.     La fe, condición sin la que no es posible iniciar esta empresa

2.     El bautismo, en cuanto que es el signo sagrado de esa fe

3.     El cambio de mentalidad, que es la manifestación de un acto personal como el de adherir a una fe.

Por lo tanto el cristianismo de los orígenes no se resuelve en un cuerpo doctrinario ni en algo así como una teoría social, sino en el hecho histórico de compromiso y acercamiento con el que está en situación de necesidad.

            En la filosofía cristiana se destacan numerosos pensadores que se preocuparon por el problema antropológico. Entre ellos, se encuentran San Agustín (354-430) y Pascal (1623-1662)


ACTIVIDADES:


  1. Comparar los procesos de hominización y humanización y, establecer las diferencias y la relación entre ambos
  2. Comparar las concepciones clásicas del hombre y extraer semejanzas y diferencias
  3. Investigar en internet qué elementos o ideas toman, San Agustín y Pascal, de la concepción judeo-cristiana
  4. Subir las respuestas al facebook por mensaje privado